En 1500 a. C., el conocimiento de los asirios en el campo de los laxantes era ya extenso. Estaban familiarizados con laxantes “formadores de bolo”, como el salvado; laxantes “salinos”, que contienen sodio e introducen agua en el intestino; y laxantes “estimulantes”, que actúan sobre la pared intestinal para promover las contracciones peristálticas que provocan la defecación. El primer purgante catártico que se conoce, muy popular en Mesopotamia y a lo largo del Nilo, era un aceite amarillento, extraído del ricino. El húngaro Max Kiss descubrió las propiedades laxantes de la fenolftaleína gracias a que este aditivo se añadía a los vinos, que provocaban algo más además de resaca al día siguiente. Cuando Kiss emigró a Nueva York en 1905, empezó a combinar la fenolftaleína con chocolate para producir un laxante comercial.
Imagen 1. Primer purgante o laxante catártico conocido.
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